El sueño de cualquier marca, y sobre todo de una multinacional, es convertirse en un nombre común, perder la mayúscula. Una coca, una bic, unos championes (para los charrúas), cinta scotch son algunos ejemplos de cómo un nombre propio puede enraizarse en una sociedad hasta reemplazar la palabra que designaba genéricamente un producto. Bien, esto, que para muchos sella el triunfo de la mercadotecnia, puede ser un arma de doble filo.
En 2005, el candidato derechista Nicolas Sarkozy anunció que limpiaría un barrio pobre de la periferia (la “cité des 4.000” en la ciudad de la Courneuve, departamento de Saint-Denis) con Kärcher. El aspirante se refería a los productos de la multinacional de limpieza de contundente eficacia para acabar con la mugre. En este caso, para borrar a las banditas de jóvenes que mandan en los monoblocks. Cuestión que buena parte de la sociedad francesa se escandalizó por la metáfora, y la prensa de izquierda reaccionó como si en vez de Kärcher Sarkozy hubiese dicho Zyclon B. La metáfora en todo caso prendió. A tal punto que dio lugar a un neologismo. El miércoles 21 de febrero pasado, el rector de la Academia de Lyon, Alain Morvan, denunció que había sido “karcherizado” por el ministro del Interior Nicolas Sarkozy. Sarko, cuyo márketing electoral radica en segmentar la sociedad en potenciales nichos, pensó que sería una buena señal para los musulmanes presionar al rector para que abriese un colegio islámico en la región. Y como Morvan tenía ciertas reticencias, Sarko lo reemplazó invocando “múltiples faltas a la obligación de reserva”, bah, por no cerrar el pico.
Así las cosas, y viendo que aspiraba a una entrada en la edición 2008 del Larousse, Kärcher inundó los medios con solicitadas. “La empresa Kärcher no puede reconocerse en las amalgamas recientes en las cuales su nombre se ha visto asociado. Esto va en contra de nuestros valores” reza el comunicado. No sé cuales son los “valores” de una transnacional dedicada a la limpieza, pero yo iría pensando en un nombre para reemplazar la marca.
En 2005, el candidato derechista Nicolas Sarkozy anunció que limpiaría un barrio pobre de la periferia (la “cité des 4.000” en la ciudad de la Courneuve, departamento de Saint-Denis) con Kärcher. El aspirante se refería a los productos de la multinacional de limpieza de contundente eficacia para acabar con la mugre. En este caso, para borrar a las banditas de jóvenes que mandan en los monoblocks. Cuestión que buena parte de la sociedad francesa se escandalizó por la metáfora, y la prensa de izquierda reaccionó como si en vez de Kärcher Sarkozy hubiese dicho Zyclon B. La metáfora en todo caso prendió. A tal punto que dio lugar a un neologismo. El miércoles 21 de febrero pasado, el rector de la Academia de Lyon, Alain Morvan, denunció que había sido “karcherizado” por el ministro del Interior Nicolas Sarkozy. Sarko, cuyo márketing electoral radica en segmentar la sociedad en potenciales nichos, pensó que sería una buena señal para los musulmanes presionar al rector para que abriese un colegio islámico en la región. Y como Morvan tenía ciertas reticencias, Sarko lo reemplazó invocando “múltiples faltas a la obligación de reserva”, bah, por no cerrar el pico.
Así las cosas, y viendo que aspiraba a una entrada en la edición 2008 del Larousse, Kärcher inundó los medios con solicitadas. “La empresa Kärcher no puede reconocerse en las amalgamas recientes en las cuales su nombre se ha visto asociado. Esto va en contra de nuestros valores” reza el comunicado. No sé cuales son los “valores” de una transnacional dedicada a la limpieza, pero yo iría pensando en un nombre para reemplazar la marca.
1 comentario:
Un ministro del interior que habla de los jovenes desocupados (unos de los cuales son violentos) como si fueran mugre que habría que eliminar, ya es suficiente para escandalizarnos.
Intento entender el chiste. Con menos que el Zyclon B uno no tiene razones para escandalizarse?
C'est un mot d'esprit idiot que tu as fait là, je trouve.
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