Ya no es el centrista, ni el demócrata cristiano, desde hace un mes François Bayrou se convirtió en el 'tercer hombre' de la política francesa desplazando de ese lugar al inefable Jean-Marie Le Pen, eso según sostienen las siempre impredecibles encuestas. El candidato de la Unión por una Democracia Francesa (UDF) apuesta a abrir una fase dentro de la campaña que materialice su voluntad de personificar un voto "antisistema" que, contrariamente a los sufragios que obtuvo la extrema derecha y la extrema izquierda en el 2002, encontraría sus prolongaciones en el ejercicio del poder. Bayrou pretende demostrar que la alternancia entre derecha e izquierda carece de sentido y por eso se ubica en el centro, aunque en Francia esta división haya perdido en los últimos tiempos su dimensión metafísica. De ser electo el candidato de la UDF promete formar un Gobierno "de unión nacional" que reúna a personalidades de todos los ámbitos políticos. Su principal aliado europeo es el premier italiano Romano Prodi, quien con un gobierno de unión nacional entre la izquierda y el centro hace malabares para seguir en el poder. Sin embargo, parece impracticable una gran coalición a la alemana en un país tan particular como Francia.
Dueño de un estilo sencillo y con aires de seductor campechano, Bayrou no se esfuerza en ocultar los vestigios de su tartamudeo domesticado con tenacidad durante su adolescencia. Este ferviente católico practicante repite que “los caminos del Señor son inextricables”, sin embargo, se dice confiado porque sostiene sin ruborizarse que la Virgen le predijo un futuro de Presidente. El programa de Bayrou es especialmente borroso y hay muchos puntos donde la claridad no abunda. Se lo conoció de centro derecha, liberal y europeo. ¿Lo que sigue siendo ahora? Su paso al frente de la Educación nacional bajo el gobierno de cohabitación de Edouard Balladur (1993) fue intrascendente, al igual que sus dos etapas dentro del gobierno del premier Alain Juppé, ex delfín de Chirac reciclado sarkozista. Durante su carrera siempre votó las leyes mas duras que promovió la derecha y realizó pactos electorales con la UMP en las legislativas. Inclusive, sobre este punto Bayrou se niega a responder cuál será la postura de la UDF en las legislativas que se realizarán un mes después de la segunda vuelta, el 10 y 17 de junio abriendo el enigma sobre un nuevo acuerdo.
Hace un mes Bayrou se victimizó y acusó a los medios de comunicación de favorecer a Sarkozy y Royal. Hoy, es él quien más se favorece con la connivencia entre medios de comunicación y políticos. Arnaud Lagardère, el más grande editor mundial de revistas, es uno de sus más fervientes seguidores y desde sus medios (especialmente Le Parisien) busca hacerle un lugar con sondeos sospechosamente favorables. Casi desconocido fuera de Francia hasta hace algunas semanas, Bayrou se convirtió en el mimado de la prensa extranjera que ve en él un nuevo ejemplo de la singularidad de la vida política francesa, pero también porque fuera de Francia llama la atención que el candidato responda en inglés, español o incluso en griego antiguo a los periodistas.
No hay que hilar demasiado fino para deducir que de llegar a la segunda vuelta Bayrou levantará las banderas de la izquierda si debe enfrentar a Sarkozy y viceversa si su oponente es Royal situándose como en la foto a la izquierda, en el centro o a la derecha según mejor le convenga. Tampoco hay que mirar con una lupa de psicoanalista para deducir que es sólo una postura su imagen de antisistema y que representa al sistema en sí mismo. No obstante, su futuro no depende él, sino de que el dúo Sarko-Ségo siga cediendo terreno y decepcionando, eso le permitiría ganar sufragios en base a despecho. Claro que con eso no se hace una mayoría y mucho menos una política fuerte y perdurable.