
El día está como el electorado, indeciso. Pedazos de cielo
azul, nubes plomizas amenazantes. Las primeras estimaciones de participación
dicen que la gente estaba votando al mediodía de París más que en 2002 pero
menos que en la primera vuelta de las presidenciales anteriores, de 2007 (el
detalle en el cuadrito de la columna derecha). ¿Cómo interpretar esto? ¿La
omnipresencia de los sondeos desalienta a quienes piensan que la suerte ya está
echada? ¿Como estamos en plenas vacaciones de primavera la gente está lejos de
sus oficinas de votación? ¿Los que se fueron de vacaciones son de izquierda o
derecha? ¿O son los más viejos que temen mojarse? Quién sabe. En la escuela
donde estuve este mediodía la gente calculaba con la mirada por quién votarían
los electores que hacían la cola con ellos delante de la urna. El brushing de
la rubia teñida muy maquillada, el tipo con
muletas que no podía votar porque no le
llegó la tarjeta electoral pero opinaba que La Poste (el servicio público de
correo) no debía tener la culpa, la vieja del vestido floreado y colorinche, ¿no
eran indicios de por quién estaban sufragando? En todo caso tenían en común que
nadie quería volver a la noche a la oficina de votación para ayudar a contar las
papeletas. Por mi parte, metí el sobre en la ranura de la urna, con alguna
dificultad, el voto parecía demasiado blando…
Ah, los principales candidatos ya votaron ante cámaras.
Hoy sobre todo nos comunicamos por Twitter (columna derecha).
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