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Afiche de la campaña del FN en 2007 con una mestiza acusando a izquierda y derecha de haber destruido todo |
Uno de cada
cinco franceses que me cruzo por la calle votó por el Frente Nacional (FN) en
la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el domingo
pasado. Son 6,4 millones de personas. Si Sarkozy convence al 80% de estos
votantes, el 6 de mayo habrá conseguido su reelección. Y ahí anda, sin
complejos, rompiendo el histórico cordón sanitario republicano que aislaba al
partido de Le Pen, diciendo que “no hay nada condenable en el hecho de votar
por el FN” y que no le parece chocante el concepto de “preferencia nacional”
para el empleo o la asistencia pública, olvidando que la medida sería
anticonstitucional. Y mientras tanto, los periodistas les echan la culpa a las
encuestadoras, que otra vez (como en 2002) subestimaron la intención de voto
del FN, y éstos responden que si se equivocaron fue apenas por un punto, algo previsible
en cualquier sondeo, y sobre todo con una población que no admite públicamente
que apoya a un partido apestoso. Entonces, los periodistas se dan cuenta de que
tienen que hacer informes sobre el FN y no conocen a nadie que lo sea. La
verdad es que era mucho más práctico llenar páginas y hacer reportajes sobre el
simpático “fenómeno Mélechon”, que quedó cuarto. De hecho, es de por sí raro
que el periodista haya conversado con un sarkosista, a menos estuviese
entrevistando a un político.
En el
imaginario colectivo biempensante que me rodea y del que formo parte, el electorado
del FN es un grupo constituido por la Francia White Trash xenófoba,
tradicionalistas católicos, nostálgicos del Mariscal Pétain, resentidos
sociales y adeptos de teorías racistas mal digeridas. Todo eso es cierto, pero no
únicamente.
Marine Le Pen
(MLP) hizo una campaña basada en temas económicos y de sociedad, lejos de los
discursos llenos de doble sentido rancios y racistas paternos que excitaban a
las hordas de la extrema derecha. Sarkozy dijo que MLP hizo una campaña de
extrema izquierda. Y creo que no se equivoca. Su patriotismo económico contra
la globalización podía haber salido del foro de Porto Alegre. Ciertamente,
existe un anticapitalismo como componente histórico de la extrema derecha. Pero
esta abogada divorciada dejó atrás el discurso antisemita, homofóbico y
racialista de su familia. Atrás quedó “el familia, patria y propiedad”. Y si
mantiene su oposición al aborto, es para que el Estado no lo reembolse (en
momentos en que en algunos estados de EE.UU. están obligando a mujeres a ver
una ecografía de su panza y darle un nombre al feto para poder abortar), y el
tema de la inseguridad hace rato que dejó de ser un caballito de batalla
exclusivamente del FN. Queda su discurso contra las plegarias musulmanas en las
calles o la comida religiosamente correcta en las escuelas. Antes, luchar
contra el oscurantismo religioso -poco importaba de donde viniese- era uno de
los honores de la izquierda librepensadora y come curas. Nada de esto quiere
decir, como pretende Sarkozy, que votar por el FN no tenga nada de condenable,
al contrario. Detrás de la imagen ‘moderna’ de MLP sigue ocultándose esa
Francia nauseabunda y enmohecida lista para colaborar y “limpiar” al ser nacional.
Pero no sólo. No es cierto que haya 6,4 millones de franceses que quieren un Reich
blanco y cristiano, aunque a muchos biempensantes les guste pregonarlo porque
les ahorra confrontarse con una realidad mucho más compleja.
El diario de
izquierda Libération publicó ayer el inusual testimonio de una mujer que vive
en la Goutte d’or, uno de los barrios más pobres y con mayor tasa de
inmigrantes o descendientes de inmigrantes de París. Ella se llama Roseline y
tiene 25 años. Votó por MLP porque está “contra el sistema”, reivindica “un
voto de protesta”. “Marine tiene razón cuando dice que los recién llegados
tienen más ayudas de Francia que nosotros”, asegura. “¿Nosotros?”, le pregunta
el periodista de Libé. “Los franceses”, responde Roseline, negra y que tiene
una parte de su familia que ha inmigrado. “Ella tiene razón si quiere proteger
su país, si quiere deshacerse de los nuevos. Nosotros no progresamos”, dice.
Para algunos, votar por MLP es una actitud antisistema, patear el tablero. Falta
saber cuáles son las supuestas ayudas suplementarias a las que se refiere, en
todo caso el 6 de mayo votará por… Hollande.
Ya en 2002,
cuando el FN pasó a la segunda vuelta de las elecciones, Le Monde descubría que
había judíos y musulmanes que habían votado por Le Pen. Algunos pensaban que Le
Pen odiaba más al otro grupo que a ellos. Pero hoy, también es cierto que para
los judíos la violencia antisemita tiene más la cara de Mohamed Merah que el
rostro “ario” de Anders Breivik. Y para los hombres y mujeres musulmanas que rechazan
el integrismo islámico que prospera en sus países de origen, el auge de las
formas más rigoristas del islam requiere algo más que piadosos llamados a “la tolerancia”.
Los discursos más duros contra el salafismo vienen de Ni Putas Ni Sumisas,
musulmanas de guetos de inmigrantes que putean contra la izquierda y las
feministas blancas de ayer que hicieron la vista gorda en nombre del
relativismo cultural.
Estábamos tan
bien contra Jean Marie Le Pen. Haciendo de cuenta que él es su hija le erramos
al blanco, y el Frente Nacional sigue creciendo.
3 comentarios:
muy bueno!
"Nostálgicos del Mariscal Le Pen": supongo que quisiste escribir "Mariscal Pétain" (aunque está saboroso el lapso en este contexto...)
"Uno de cada cinco franceses que me cruzo por la calle votó por el Frente Nacional": no sé donde vives, Alejo, pero probablemente no en el medio del Orne o en Saint-Gilles, Gard. Puedo equivocarme, pero hay mucha probabilidad que vivas en París intra-muros y, en este caso, no cruzes un lepéniste en "uno de cada cinco" peatones, sino en "uno de cada dieciseis",lo que no está totalmente lo mismo, aunque no llame tanto la atención para empezar una entrada, te lo concedo. Como lo sabes, MLP realizó su cifra mas baja de todos los départements franceses en París-75, con apenas mas de 6 %, o sea la tercera parte de su nivel nacional.
En cuanto a los discursos anti-musulmanes, sabemos a que electorado se dirigen, y como están interpretados, así que me parece sano utilizarlos con moderación. Encima, ya hace casi un siglo que la izquierda francesa dejó de ser "comecuras" - lo que no impide que los católicas franceses, ellos, sigan siendo "come-izquierda", lo que se verifica en la análisis de cada elección. El PS votó la ley de Chirac contra el hijab en lugares públicos, y en mi opinión tuvo razón. Se abstuvo para la ley oportunista e inútil anti-burqa, cuya única utilidad consistía en hacer señales al electorado lepenista. Pero, como suele decir el viejo Le Pen : "La gente siempre prefiere el original a la copia". Es lo que pudimos constatar el último domingo.
Vincent: gracias por señalarme el lapsus, que ya he corregido.
Y sí, vivo en París y nunca fui bueno para las matemáticas. Gracias por comentar, saludos
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