Esta mañana, la candidata socialista Ségolène Royal debatió con el autodenominado centrista François Bayrou. El encuentro había sido anunciado primero frente a la prensa regional, que desistió sin dar explicaciones. Luego, fue anunciado frente a las cámaras de la cadena l I-Télé, filial de Canal+, pero éstos dieron marcha atrás aduciendo el desacuerdo del CSA, el organismo que regula la neutralidad política en los medios audiovisuales y cuyo directorio fue oportunamente nombrado hace poco por... el presidente de la República. Centristas y socialistas denunciaron presiones de Sarkozy, quien desmintió y utilizó la retórica futbolística para decir que la final no se jugaba con el que quedaba tercero. En todo caso, el diálogo, como prefirió llamarlo Ségolène, ocurrió en BFM, un canal de noticias del cable y retransmitido por radio.
Para la socialista se trataba de mostrar hasta qué punto habían coincidencias con Bayrou, y así captar el voto centrista. Para el otro de robar cámara, ya que estaba descalificado para la segunda vuelta, sin apoyar a la otra, mientras sus legisladores huyen como ratas de un barco que se hunde para transar en las próximas legislativas con la UMP de Sarko.
A fin de cuentas, Ségolène, que era la que más arriesgaba, no salió tan mal parada (en pocas palabras no pareció dispuesta a ponerse en cuatro para seducir al codiciado voto UDF) y pudo mostrar hasta qué punto su propuesta era abierta, europeísta y moderna, sin vender las banderas de su formación, sobre todo en el tema de respaldar la semana laboral de 35 horas y su programa económico. Esto último fue lo que más atacó Bayrou, que se deleitaba dando su opinión sobre lo que iba a hacer del país, como si olvidara por momentos que iba a tener que esperar hasta el 2012 para aspirar nuevamente a la presidencia (él está absolutamente convencido de que ganará en ese entonces).
En todo caso, al final Ségolène tuvo que tragarse, después de hora y media de un debate cordial, que Bayrou dijera que todavía no sabía por quién iba a votar, y eso que pocos días antes había hablado de Sarkozy como de una “amenaza” y no dudado en compararlo con Berlusconi. Dicho sea de paso, el candidato UMP recibió pocos, para no decir ningún palo. Vamos a ver qué dice mañana en el estadio de Bercy, donde toca unos días antes que Bob Dylan.
Al que le interese y maneje la lengua de Jacques Cousteau, acá abajo puede escuchar la opinión de Isabelle Mandraud, periodista de Le Monde, analizando la reunión entre Ségo y Bye bye rou.
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