El moderno tranvía que lleva hasta el búnker de Jean-Marie Le Pen serpentea entre el Sena y el barrio residencial de St-Cloud, donde los precios de las casas no bajan del palo verde. Estamos en la tan mentada banlieue, la periferia, el extrarradio, los suburbios, como quieran llamarlo, pero este gueto es el de los ricos. El trencito, que lleva “gente bien” que ha pagado su boleto, como lo demuestra la cordial inspección de boletos, se detiene en “Porte de St Cloud”. Es poner un pie afuera, levantar la vista y dar con “el paquebote”, como se conoce la cuartel general del partido, una fortaleza desde donde flamea la banderita tricolor.
Detrás de sus puertas uno espera encontrar a la Francia white trash, aquella que aparece enfocada en la tele durante los actos de Jean-Marie, vociferando frente al líder como en un show de Jerry Springer. Y efectivamente, ahí está el portero bigotudo y de toscas palabras, la cincuentona teñida de amarillo con pinta de tía agria y solterona que regentea la recepción; a su lado, una mujer embarazada de siete meses que contesta el teléfono. Todos parecen ser un buen botón de muestra de la Francia rancia.
Tras cruzar la doble puerta de seguridad, sobre la derecha, hay un mapa del país con los ediles del FN. Sus fotitos, distribuidas por el territorio galo, parecen banderitas marcando el espacio conquistado.
El encargado de prensa es cordial, rubio, veintipico de años, apellido español, pero difícil arrancarle un “hola”. Podría ser más desagradable, teniendo en cuenta la histórica hostilidad de la prensa hacia su líder; aunque es cierto que la profesión se ha vuelto en los últimos tiempos más blanda y tratan al FN, cada vez más, como un partido del montón. Nos conduce por pasillos tapizados por cientos de retratos de Le Pen con su sonrisa carnívora. El Front National es Jean-Marie Le Pen y viceversa, ese es el mensaje que machaca en todas sus versiones la propaganda.
En una esquina, unos muchachos con físicos de rugbiers a punto de ingresar en la obesidad y con el pelito cortito cortito bromean virilmente entre sí. A su lado; un afiche advierte que en veinte años Francia será una república islámica.
Vine a conocer a la juventud del FN, le digo al guía, y me conduce a la sala de Internet. En el camino hacia el primer piso, otra atmósfera, otra gente. Cruzo a varios tipos con corbata y trajes bien cortados, peinados y dientes prolijos. Pasar de la planta baja al primeo es un ascenso social. En un cuartito, dos chicos que no superan los 20 años. Se llaman D. y G. teclean en sus laptops. G. tiene varios kilos de más y se peina hacia el costado, la analogía histórica con cierto personaje es quizás fruto de la sugestión que provoca el lugar. Hablo con D., 19 años. Tiene pinta de “hijo de papá”. Computadora Vaio, suéter Ralph Laurent, sonrisa Colgate. Está contento, dice que fueron a repartir volantes a un mercado con Marine Le Pen y que todos los comerciantes afirman, “unánimemente”, que van a votar por ellos. Charlo un rato con ellos y me cuentan que el partido tiene cada vez más llegada. Más electores jóvenes. Que “nuestro presidente”, como llaman desde siempre a Le Pen, se dirige a todas las religiones, a todos los franceses. No, no cambiaron, me asegura, si no que ahora se preocupan más en hacerlo saber. Me cuentan que cargan muchos videos en el sitio y que Le Pen tiene un Blog, del que también se ocupan. Mi guía me muestra la sala de internet. Y la sensación de el Frente National cuenta con mucho más que con rednecks camembert aumenta, por ejemplo con el tipo del buzo canguro y barbita candado que se ocupa de poner cosas en línea. Tiene más pinta de raver que de skinhead. También está el tipo que maneja el pequeño estudio de televisión y su isla de edición, lo que “nos permite ser completamente autónomos y no depender de nadie”, me explican. La teoría conspirativa. Hay constantes en la extrema derecha, pero está claro que el FN ha dejado de ser un partido amateur, una mera tribuna constituida por resentidos que festeja las bravuconadas de Le Pen.
Desde las últimas elecciones, la formación ultraderechista busca un perfil más consensual. La parte violenta, incontrolable y que expresaba su racismo en público – los impresentables: la base- sigue su trabajo militante, pero lejos de cámaras. En la superficie, sus representantes, han suavizado su apariencia y limado sus discursos para conseguir la “desdiabolización” del partido, lo que en parte están logrando. La base sabe que ante los medios hay que ofrecer un rostro más consensual, y no se siente traicionada. Estrategia electoral, lo llaman. De todas formas, cada tanto, en el medio de un discurso, Jean-Marie ofrece un desliz calculado, un lapsus premeditado, un sobreentendido, un juego de palabras que confirma “al francés de pura cepa” que, en el fondo, sigue siendo el mismo. Antes de irme les pregunto cuál piensa que va a ser el resultado de la primera vuelta. Y me dicen que esperan encontrarse en el “ballotage” con Ségolène.
Foto: Hughes Leglise-Bataille.
4 comentarios:
Buonas dias,
Les agradezco mucho por su blog, que junto con el ahora ineludible Lemonde.fr (lo cual es infelizmente bastante pobre), se encuentra ser una de mis lecturas cotidianas... mientras se acerce cada vez vas el dia de votar (soy un jovén historiador-bibliotecolo francés, haciendo una practica en Lima).
Unas preguntitas. 1) Me imagino que usted tiene un dejo, sea muy ligere y excellente su francés, y de repente que se presenta como periodista extranjero; me imagino también que usted tiena amigos colegas franceses: como le reciben los politicos franceses, y mas precisamente: piensa usted ser percibido por los politicos de una manera distinta ? y en particular por el Front National ? 2) Durante su visita al Front National, ha podido usted percibir algunas tensiones relativas a la lucha que tienen entre ellos partisanos de Marine y los del campo mas "tradicional" (Gollnisch...).
Otra vez, gracias por su blog.
dj
Estimado David. Todos los partidos políticos, y más específicamente sus gabinetes de prensa, reciben con mucha cordialidad a los periodistas, sean o no extranjeros. La diferencia es quizás que les preocupa más su relación con la prensa nacional, por la repercusión. Pero al saber que cualquier declaración o eco que no controlan puede ser fatal manejan con el profesionalismo de un centro de atención al cliente a todo el mundo. El Front National no es una excepción. Tienen un control profesional de su imagen y no les importa que seas extranjero. Ellos no son la base del partido. En cuanto a si vi divisiones internas, no tuve la ocasión de percibirlas, pero sí existen entre la nueva y la vieja guardia, aunque en plena campaña no se están viendo. Gracias por visitar nuestro blog.
Hola,
par mi esto tiene muy poco de una democracia y mucho de un pais totalitario.
No hay pluralidad, no hay libertad de expresion, los periodistas no pueden opinar libremente si quieren poder trabajar...
o sea que es una cargada de "democracia", una enorme hipocresia.
Como puede ser que la gente vote al 82% al unico candidato que rechaza algo tan simple y elemental en democracia como es un debate publico antes de pedir el voto de la gente para ser presidente ?...
Lo unico que puede explicar esta colosal absurdidad es el "lavado de cerebro" de los electores despues de 15 dias de histeria periodistica...
No es cierto ?
Lo siento. No puedo evitar sentir simpatía por Le Pen. O tal vez más bien por aquellos que lo votan. Le Pen es el único que dice realmente lo que piensa sobre la inmigración y sus seguidores son aquellos que realmente sufren las consecuencias reales, a pesar de las columnas editoriales y el discurso "comprensivo" de la gauche caviar.
Los franceses deberían votar masivamente a Le Pen en primera rueda y despues apoyar a Sarkozy contra Royal en el ballotage. Y sé que eso es lo que van a hacer. Y si Le Pen le gana a Royal en primera rueda (sería maravilloso) despues van a votar a Sarkozy en segunda.
Los periodistas lo verían con horror, pero los periodistas viven Le Marais, no hay kurdos ni senegaleses en la pared de al lado.
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